Lo he estado pensando muy bien, no sé cuanta lluvia deberá caer para poder alejarte de mí. Me haces tanto bien.
No lo olvido, la lluvia no es lamento , es transformación. Me pone en marcha. Me despierto. Estoy soñando y no quiero olvidarlo.
La música de fondo me torna nostalgiosa, y sin querer queriendo añoro momentos que aún no han ocurrido, y pienso en bailar, y sé bailar, lo disfruto y me encanta! . Estamos bailando.
Me siento libre. El ritmo invade mi cuerpo y se escapa por mí piel. Sonrío mientras mí cabeza empieza a ladearse imitando a mis hombros y mis ojos te miran dulcemente.
Y quiero un abrazo de esos que son interminables, de esos que hacen que los cuerpos se sientan fuertes y seguros.
Los latidos de nuestros corazones se dan en simultáneo y como combustibles de nuestro ser aumentan el fuego y nos invade la pasión.
Dejamos de abrazarnos, doy una vuelta y vuelvo a tus brazos. La pista es nuestra!
Y llueve adentro y afuera, me dejo empapar de las cosas simples y dejo que con algún beso me sorprendas.
Y mientras sigo soñando por la ventana nos invade un viento mágico, que se lleva la soledad, me invita a volar sin despegar los pies del piso, y el tiempo se detiene. Sigo soñando y ya nada importa, este instante es eterno. No voy a despertar.
Y qué importa mañana? Hoy te tengo a mi lado.
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.