martes, 24 de febrero de 2009

Despertando sueños


Lo he estado pensando muy bien, no sé cuanta lluvia deberá caer para poder alejarte de mí. Me haces tanto bien.
No lo olvido, la lluvia no es lamento , es transformación. Me pone en marcha. Me despierto. Estoy soñando y no quiero olvidarlo.

La música de fondo me torna nostalgiosa, y sin querer queriendo añoro momentos que aún no han ocurrido, y pienso en bailar, y sé bailar, lo disfruto y me encanta! . Estamos bailando.
Me siento libre. El ritmo invade mi cuerpo y se escapa por mí piel. Sonrío mientras mí cabeza empieza a ladearse imitando a mis hombros y mis ojos te miran dulcemente.

Y quiero un abrazo de esos que son interminables, de esos que hacen que los cuerpos se sientan fuertes y seguros.

Los latidos de nuestros corazones se dan en simultáneo y como combustibles de nuestro ser aumentan el fuego y nos invade la pasión.

Dejamos de abrazarnos, doy una vuelta y vuelvo a tus brazos. La pista es nuestra!

Y llueve adentro y afuera, me dejo empapar de las cosas simples y dejo que con algún beso me sorprendas.

Y mientras sigo soñando por la ventana nos invade un viento mágico, que se lleva la soledad, me invita a volar sin despegar los pies del piso, y el tiempo se detiene. Sigo soñando y ya nada importa, este instante es eterno. No voy a despertar.

Y qué importa mañana? Hoy te tengo a mi lado.

No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Fernando Pessoa

domingo, 15 de febrero de 2009

Un día como hoy, hace 3 años



Buenos Aires era un infierno, me perdí alrededor del obelisco, te encontré cruzando una calle, sobraron las sonrisas, un primer abrazo, una larga caminata, una mochila de The Beatles, un piloto, una psicóloga, el subterráneo pegajoso. El glamour de un barrio desvirtuado por una interminable gaseosa. Una sesión de fotos con cambio de roles y acotaciones del publico en general. Vos y yo en particular. Un mini recital en vivo, Ticket To Ride, una despedida. Y así empezaba nuestra amistad, y así me regalabas el primer verano.
Te extrañé. Me aventuré y viajé. Un fin de semana distinto. Conocí a tu gente, me recibieron bien. Un hermoso bosque, un interminable atardecer. Beatles y más Beatles. Kencho, soy su fan. Lógica, ilógica. Volver, siempre volver. Y Así te regalé el primer otoño.
El tiempo nos volvería a dar un momento, quizá el más especial, el más controversial. Qué momento!. Un secreto. Una confesión. “Esto nos acerca más o nos va a alejar?”. “Definitivamente nos acerca más”. Gracias por creer en mí. Te sentí feliz. Momentos difíciles, cambios intensos. Un lazo fuerte, inquebrantable. Y así me relagaste tu más puro ser.

Una larga espera, la peor. Quería verte, reconocerte, y confirmarte mi amor. Otro verano, seguro el mejor. El mar, el viento y un concierto fueron el anfitrión. Qué alegría, cuanta emoción, los tenía cerca a los dos! Un abrazo eterno, que encierra historia, magia y valor.

Y fueron en total tres veranos, dos inviernos, dos otoños, unos prendedores, unos lentes, un álbum blanco, varias bandas Beatles, miles de sonrisas, miles de gestos, millones de abrazos.
Un choclo con forma de churro y gaseosa doble. Un desierto paradisíaco, un barco, un perro embalsamado que ella nos contó, un chico con múltiples caras que alguna vez nos acompañó. Las salchichas caseras, las frutas raras, tu ahijada peluda, tus cambios de look, mis colores, nuestros dolores, nuestras alegrías. Los amores, desamores, los amigos, las distancias, los recuerdos. Amor, mucho amor.
Mi amigo del alma.

No importa si estás en Hong Kong, África, Córdoba, o Tapalqué, no importa si estoy en Ganímedes, Groenlandia, Hill Valley, Galicia o Banco Río, vayas donde vayas, esté donde esté, te llevo conmigo.

Gracias.

sábado, 7 de febrero de 2009

Cuando siento como Castel, Sábato lo describe muy bien


Mi cabeza es un laberinto oscuro. A veces hay como relámpagos que iluminan algunos corredores. Nunca termino de saber por qué hago ciertas cosas.

Por ejemplo, me caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos y, así, casi podría decir que 'todo tiempo pasado fue peor', sino fuera porque el presente me parece tan horrible como el pasado; recuerdo tantas calamidades, tantos rostros cínicos y crueles, tantas malas acciones que la memoria es para mí como la temerosa luz que alumbra un sórdido museo de la vergüenza.

A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, creemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil.

La vida aparece a la luz de este razonamiento como una larga pesadilla, de la que sin embargo uno puede liberarse con la muerte, que seria, así, una especie de despertar. Pero despertar a que? Esa irresolución de arrojarse a la nada absoluta y eterna me ha detenido en todos los proyectos de suicidio.


Y aunque no me hago muchas ilusiones acerca de la humanidad en general y de los lectores de esta página en particular, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA.

"El Túnel" Ernesto Sábato.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Fragmentos de un dialogo ficticio sobre un sentimiento verídico



Qué te puedo decir de él? Es un instante de belleza muy cruel. Esta ahí cerca y no podes tocarlo. Trasciende todas las posibilidades de la palabra. Parece casi imposible. Y sabes? Eso me gusta. Pero me duele. El nombre de un hombre me delata. Me duele una ilusión en todo el cuerpo. Borges! Sí, empecé a delirar.
Eso me hace, me hace delirar, me hace ir más allá, me invita a filosofar, a pensar, me gusta. Realmente me gusta. Pero me cansa.
El amor siempre me cuesta, y no debería ser así. Me he repetido hasta el cansancio “no voy hacer reclamos de amor donde no lo hay”, pero es más fuerte que yo.
A veces creo que tal vez haya algo, y eso o no sé que me hace seguir. Pero tal vez no haya nada y solo sigo atada a una ilusión.
Pienso mucho en él, tal vez tenga mucho tiempo libre, pero cuando no lo tengo también me gusta pensar en él. No, no estoy enamorada. No, no estoy obsesionada. Es solo que pensar en él es un lugar seguro, me da seguridad. Cuando él me devuelve con algún gesto o palabra algo suyo, algo interno, algo de su esencia, es como si flotara. Me hace querer ser mejor, hace que vea a los otros sin sentirlos tan distintos a mí, hace que sea más tolerante, y aunque nos una el horror por este mundo, cuando pienso en él creo que el mundo no es tan malo, creo que las cosas pueden salir bien, creo que mi vida puede ser mejor, y qué todo puede tener sentido. Sabías? Me hace sonreír, creo que en este último tiempo ha sido como un ejercitador de sonrisas, me ha hecho ejercitar una y otra vez sonrisas, no muchas, sino las necesarias. Como para ir recuperando la luz del rostro. Si, esa luz que vos admirabas en mi, esa luz que hace tiempo había perdido. Hace que brille, me cuesta brillar, pasé mucho tiempo apagada.
No es conciente de todo esto, es más, saberlo lo asustaría. Y no es mi idea asustarlo, solo quiero que reaccione, solo quiero verlo revivir.